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         Pragmatismo y utopía en Garcia Calderon
PARA EL COLOQUIO GARCIA CALDERON
Congreso Nacional de la República
Lima, miércoles, 04 de julio de 2001

Fernando Fuenzalida Vollmar


Difícil. Imposible más aun que difícil resumir en unas pocas páginas una obra tan extensa como la de Francisco García Calderón. Me limito, pues, a algunas consideraciones breves sobre su segundo volumen, el que se ocupa de La Creación de un Continente. Obviamente éste, el de América. Su contenido es suficientemente rico como para llamarnos a atención y proponernos la pregunta del cómo y el por qué una obra como ésta haya sido dejada por tanto tiempo en el olvido e ignorada por los protagonistas de esa prolongada discusión de casi un siglo sobre nuestra identidad o identidades nacionales y sobre el destino de la América Latina. ¿No hubo donde plantarle, tal vez, una etiqueta entre los términos polares que monopolizaron las reflexiones desde entonces?. ¿Entre indigenismos e hispanismos, derechas e izquierdas?.

Nuestro primer impulso de simplificar, encasillándola, resulta destinado, desde el primer momento, al desconcierto. García Calderon se muestra liberal y conservador, tradicionalista y modernista, indigenista e hispanista, segregacionista e integrador a un mismo tiempo. ¿Ambigüedades, tal vez, de un diplomático que pudo haber su parte de la herencia cortesana de esta Lima, reforzada por el ejercicio conciliante de la diplomacia de sus tiempos?. ¿O es que se trata de una voluntad de síntesis en la que su lucidez premonitora se anticipa a las corrientes subterráneas que configuran, poco a poco, las ideologías nuevas de la postmodernidad?. Nacionalismo continentalista y aun global-humanitario; conservatismo liberal, liberal socialismo, nazi bolchevismo de estos dias...Anacrónico y, sin embargo, hombre plenamente de su tiempo García Calderón respira todavia la atmósfera finisecular de la Gran Exposición Universal. La de una Europa que se embriaga en el progreso y que a la que nutre el pensamiento de hombres como Alexis de Tocqueville, Comte, Saint Simon y Julio Verne; pero que no deja de vivir en la conciencia de un pasado identitario que con insistencia le recuerdan novelistas y folletineros como Víctor Hugo, Balzac, Dumas o Feval. Compartiendo, al mismo tiempo, la lucidez anticipatoria de Tocqueville --a quien admira-- se muestra conciente como pocos de los signos y presagios del momento en los que muestran ya peligros como los del cosmopolitismo que nivela y achata las culturas y el hegemonismo norteamericano. El mismo García Calderón parece desconcertarse y vacilar frente a las ideas y los juicios encontrados que convergen en su reflexión. Acude, entonces, a citar las opiniones de pensadores antagónicos, examina el pro y el contra, el sic et non, y termina por concluir que "esto sí, pero no tanto y esto no pero de ello un poco". ¿Conciliación o síntesis?.Pienso que síntesis, más bien, síntesis que busca asentar con solidez en los cimientos de su inspiración decimonónica: equilibrio fraternal entre la libertad y la igualdad como lo quisiera de Tocqueville; orden y progreso en el horizonte de una utopía positivista y positiva.

Prefiero hipotetizar la síntesis. Me la sugiere la frecuente referencia a Tocqueville y una evidente afinidad con la escuela sociológica francesa. La que naciendo de Henri de Saint Simon y Augusto Comte se alimentaba todavía, a comienzos de éste siglo del evolucionismo progresista de Durkheim y del liberal solidarismo de Herbert Spencer.

Dialéctica comtiana de la teoría y de la praxis, de la razón y el sentimiento. Voluntad de alcanzar la síntesis de la democracia republicana y la libertad de los mercados con el viejo espíritu y programa aristocrático y feudal. Lo confirma, entre otras cosas, la importancia que se otorga al papel de la educación y las elites.

Postmoderno, reflexivo, lúcido, pragmático y anticipatorio e idealista y utópico a la vez, en ésta perspectiva, ahí donde Gonzales Prada se muestra apenas como un hombre de su tiempo, un tiempo de derrota, unilaterale intolerante, apasionado, urgido, extremo y utopista. Donde González Prada nos predica un nacionalismo "nacional"  de aislamiento y de revancha, García Calderón propone -dialogante-una reconciliación y un nacionalismo de escala "continente"; donde González Prada, influido por el biologismo, opone el indigenismo al hispanismo, García Calderón evade la trampa en que cayeron nuestras mejores mentes de la época y propone el mestizaje múltiple como cimiento de grandeza; dónde González Prada mantiene puesta su atención en los peligros inmediatos como único foco de visión, García Calderón advierte -como lo había hecho Castilla en el pasado-la peligrosidad creciente del expansionismo anglosajón. Y donde González Prada obsesiona su pasión en la derrota del presente y las glorias del pasado, García Calderón ya sueña en la grandeza del futuro mientras revaloriza las potencialidades del presente.  

Reconciliación, pero a garantía eso sí de una nueva relación equilibrada y respaldada en la armonización del interés y en el derecho; nacionalismo, sí, pero continentalista; mestizaje, sí, pero sobre la base de una combinación racionalmente equilibrada de los aportes demográficos; anti-imperialismo sí, pero sin dejar de reconocer las grandes virtudes del vecino americano...

Solo que le resulta imposible prescindir de un poderoso sentimiento de la propia identidad en el que tiñe por completo su argumentación. Naciones como los EEUU o, en cierto modo, la Argentina son pedazos de Europa transplantados. Nosotros somos una raza nueva, una España y un Incario nuevos. Más España que la propia España que padece, tanto como nosotrops la chilena, la derrota americana del 98 y -le falta explicitar-más incario que el incario mismo. Tal vez seamos la salvación misma de España, se permite especular.

Pero somos todavía mucho más. Somos, al mismo tiempo, indo-afri-sino-íberos,  aquí en el Perú y, en el resto de la América del Sur, indo-íbero-franco-sajones, indo-ibero-anglo-ítalos, afro-indo-franco-friso-germano-lusitanos para emplear sus propios barbarismos. Pero, eso sí, ninguna inmigración nos vence y a todas absorbemos por el poder creador y sagrado de la tierra "en esta vasta patria multiforme". García Calderon llega al lirismo en esta afirmación exaltada de la múltiple identidad de nuestras sangres y de la poderosa fuerza integradora de nuestro patrio suelo americano. Su optimismo -que sobrevivió a las intervenciones americanas de Puerto Rico, de Cuba y de Colombia es contagioso. Me dicen que quienes conocen mejor que yo su vida piensan que ese optimismo naufragó en las Guerras del 14 y del 39.

"Tierra de inmigraciones ideales y materiales, es la América (Latina) un mundo en formación. Ninguna exótica clasificación la implica (p94)....el criollo el mestizo, el mulato descienden de españoles o de portuguses, pero también de indios de castas diversas, de negros de diferentes regiones. En esa complicada generación, la herencia española es un factor importante más no único...en la hirviente retorta, el tiempo alquimista prodigioso, va creando una casta americana...Ninguna clasificación europea los comprende. Son originales y autónomos, no sólo por virtud de las constituciones políticas, sino por la profunda acción del territorio y de la raza" (p.92)

Pero "...las nuevas sociedades americanas, sin despojarse de la profunda herencia española, aceptan diversas influencias. No son exclusivamente ibéricas ni definitivamemnte latinas" (p.91)."En la segunda generación han perdido los inmigrantes el orgullo de su antigua patria. Se adaptan a la nación hospitalaria, profesan un nacionalismo agresivo" (p.92)."Contínúa la laboriosa unificación de discordes gentes bajo el poder creador de la tierra. Ninguna inmigración la vence, sea del Oriente milenario, la la mística Rusia, de la rubia Germania, de la Italia sensual o de la Inglaterra práctica (p.95).

"Frente a los americanos del norte, parecen los del sur una raza en madurez. Son menos jóvenes y menos ingenuos. Instruídos por libros franceses y españoles, bajo latinas influencias, no ostentan ante la Europa maternal la actitud irreverente del yanqui enriquecido. La burla, la ironía, el periodismo ligero (a la francesa) que Roosevelt atacaba en la Sorbona en nombre del optimismo y de la vida intensa, abundan en las democracias iberoamericanas"( p. 100).

¿En que dirección marchará tal mestizaje?.¿Habrá de ser fecundo o decadente?. "¿Será la Babel maldita o Canaán ubérrimo este continente hollado por todas las civilizaciones?" (p.95).La conducción de la educación y la cultura, la formación de las élites, cumplen un rol fundamental en esta alternativa. La imperativa "...necesidad de mantener lengua, religión y tradiciones --la riqueza moral de la raza-- ante la invasión del exotismo" (p.85).

"Dentro de ciertos límites, es útil la restauración nacionalista. Tolerar en las escuelas, como idioma principal, una lengua exótica, considerar al cosmopolitismo como un estado definitivo...olvidar lo nacional por lo extranjero, la tradición por las modas importadas, es aceptar un suicidio moral"( p.129).."Conviene (por eso) encauzar la invasión (migratoria), impedir la formación de colonias hostiles, de pequeños estados dentro del estado. Corresponde esa tarea al nacionalismo vigilante" (p.133)


"Pero ahí se detiene la obra nacionalista. Necesaria contra la tutela exótica, tórnase nefasta dentro del continente. facilitando divisiones y enevando vínculos hereditarios, prepara la conquiista extranjera. Destruye la autonomía que pretende fundar. Existe en América una unidad superior a los límites que separan naciones y a previsorios antagonismos o celos regionales: unidad de lengua y composición social, de religión y tradición que ni Europa ni Asia presentan"."Los excesos,del nacionalismo, del chauvinismo --concluye-- son...peligrosos en América" p.129.


¿Panamericanismo, entonces, o iberoamericanismo?. ¿Privilegiar los procesos económicos de la integración o privilegiar, más bien, a los políticos, o hacerlos marchar conjuntamente?, ¿Comprometernos bajo pena de sanciones al ejercicio de una democracia de exclusivo modelo representativo anglosajón o preservar la libertad de una nueva opción por nuestras tradiciones más antiguas que nos señalan el camino del participacionismo?; ¿seguir en el futuro las recetas de Jefferson, Washington, Sullivan y Wilson o comenzar ya a asumir las visiones de Bolivar, de San Martín y de Castilla?; ¿ALCA ya o primero la Comunidad Andina, el MERCOSUR y la Comunidad regional sudamericana?; ¿OEA o Consejo Iberoamericano?. ¿Liderazgo y conducción del vecino del norte sobre todo el continente, bajo sanción de las naciones y gobiernos disidentes o consolidación de nuestra libre determinación y soberanía en el concierto de una Confederación de iguales?.

Conservador y aristocratizante --no hace falta ser comunista ni descamisado para ello-- García Calderón advierte muy tempranamente el peligro americano, y con ello se anticipa a muchos de sus contemporáneos e inclusive de los nuestros.El contexto es la reciente Guerra de Cuba. La anticipación premonitaria es la Gran Guerra, a un año apenas de haberse publicado "La Creación de un Continente".

"...se estrecha el sentido del monroísmo...Es la extensión de la enmienda Platt al nuevo mundo español...Sucesivamente se impondrá así a pueblos libres una dura tutela. a la presión moral se sustituye un catecismo imperativo" (p.75).

"Si aceptamos la hidalga mediación entre pueblos enemigos, condenamos...la intervención internacional en los negocios internos de las repúblicas revolucionarias. La primera corresponde a generosas tradiciones del derecho internacional; la segunda ataca la inviolable soberanía de los estados. Tal es la acción de la enmienda Platt en la Constitución cubana. ¿No es contradictoria la independencia obediente a extranjera tutela?"( p.81).

"La nación sajona pretende ejercer en el mundo una función pacificadora. Extiende más allá del océano el vínculo federal....Tal es su ideal: la formación de un gran estado internacional en donde ella imponga la "paz americana"..(p.80). "Si se limitaran los Estados Unidos a evitar guerras, a transformar el Continente con la acción expansiva de sus bancos y la audacia frenética de sus aventureros, sería civilizadora su influencia. Pero ¿cómo exigir de un pueblo dominado por activas plutocracias esa alta función jurídica?. La ambición conquistadora se sustituye a la fraterna vigilancia, y los congresos de las dos Américas recordarán pronto a esas asambleas sajonas donde las colonias discuten con la metrópoli los grandes intereses del imperio" (pag.77).

"Geográficamente, es el panamericanismo una ficción..."( p79). "La autonomía es un nombre vano, flatus vocis, si por convenciones estrechas como un anillo de hierro, los productos agrícolas de América van a los Estados Unidos solamente, y de ellos reciben las vastas tierras del sur mercaderías y capitales que hoy les envían sajones, alemanes y franceses"( p..78).

"Políticamente ha sido funesto el ejemplo de los Estados Unidos para estas incipientes democracias. Explicando la grandeza de la república sajona por el carácter de sus instituciones, se apresuraron a imitar su constitución federal, análoga, escribe Tocqueville, a esas hermosas creaciones de la industria humana, que colman de bienes a sus inventores pero que son estériles en otras manos. Atribuyeron a las ideas políticas, a las constituciones, una acción misteriosa, olvidando que existe para el genio de cada raza un sistema adecuado de gobierno" (p. 79).

"...existen dos formas de americanismo, sajón y latino, que es imposible reducir a unidad. Las repúblicas del sur tienen tradiciones e historia que son tambien americanas. Lo son por el territorio en que se desarrolla la vida política de estas democracias. Con mayor razón que en el norte donde aniquiló el conquistador a las razas de la edad precolombiana, llamamos americanas a las naciones ibéricas de cuyo inquieto desarrollo son autores indígenas y mestizos" (p.99)....Si los Estados Unidos ´americanizan´el mundo, ¿por qué no han de americanizarlo también en sentido análogo, las jóvenes democracias del sur?" p.193).

"La política maquiavélica dice a los Estados Unidos que han de dividir para reinar; de Panamá al Plata ellos unen y civilizan (p.81).Pero "..el primer deber de los pueblos americanos es la self reliance: bastarse a sí mismos en el orden internacional, fundar su autonomía en una diplomacia activa, en ejércitos disciplinados, en grandes reservas financieras, favorecer por tales medios el equilibrio y la paz"( p.131). la conquista de la libertad, se unieron hasta vencer al dominador. Realizada la independencia polìtica, reclaman otras tareas el esfuerzo concorde de estas veinte naciones (p.137)...Libres en el orden político...son colonias en el orden intelectual y moral. No ha terminado todavía la lucha por la independencia. Se imita en polìtica y en literatura, se importan ideas y modas, los códigos y las artes son reflejos de la obra europea o norteamericana. El oro extranjero domina en las finanzas, loslibros llegan de París, importadas máquinas sirven a la industria incipiente conflictos sociales y conflictos drmáticos parecen la reproducción apresurada de ajenas inquietudes y de teatros lejanos. Contra semejante dependencia defendemos, en religión, en sistema de gobierno, en letras, en educación, una progresiva autonomía (p.139)...El nacionalismo debe conciliarse con el americanismo, el desarrollo autónomo de las diversas patrias con lineamientos definidos de unión moral...Ante el extranjero que explota las riquezas nacionales, se explica la hostilidad o la reserva; dentro del continente, la xenofobia aplicada a pueblos semejantes es un empeño suicida....Progresivamente, se uniformarán los pueblos diversos, se unificarán todas las razas, se conciliarán la variedad provincial con la unidad de la nación, la fecunda diversidad de las repúblicas con la fuerte unión de Estados Fraternales. Se habrá creado un continente contra la vieja discordia y la extranjera amenaza" (201).


En 1912, mucho antes del advenimiento de los globalismos y de que reuniones como las de Québec, de Costa Rica y de Valencia apremiaran nuestras indecisiones y ambigüedades frente a esa clase de problemas, García Calderón tenía, para sí, ya las respuestas. ¿Las tenía también para nosotros?.  Cada uno de nosotros está obligado en tanto intelectual y ciudadano a formar su propio juicio. El pensamiento de García Calderón arroja, sobre el problema de la postmodernidad peruana, sin embargo, un resplandor actual, al mismo tiempo pragmático y utópico que lo coloca entre los pensadores más ilustres de nuestros siglos XIX y XX. Aquellos que disfrutaron la presciencia del futuro y la comparten con nosotros.

Lima, miércoles, 04 de julio de 2001


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